Efecto Narcoestado

 

La guerra global contra el narcotráfico esta perdida hace mucho, es un problema que afecta a todo el mundo en diferentes niveles; tanto a los países productores y de tránsito, como los destinos y los consumidores. Avanzar en esta dificultad requiere un esfuerzo sistematizado que los gobiernos del mundo aun no logran gestionar, y que se ve lejos de resolver. En estos países que son productores y que sirven de tránsito, generalmente, se ve coordinación y nexos de grupos que se dedican a la producción de drogas y el gobierno, y por lo tanto injerencia de la industria del narcotráfico en política, donde las administraciones responden coordinadamente a mantener y alimentar este negocio, dando lugar a los conocidos Narcoestados.

En este contexto anterior se encuentran muchos países del mundo, como México, Perú, Colombia, Italia y Albania, entre otros. Sin embargo, en las últimas décadas se ha intensificado la lucha antidrogas, obligando a varios grupos originarios de estos lugares a migrar y buscar realidades más favorables.

Acá entra Ecuador, una nación tapón entre los dos mayores productores de cocaína del mundo, Perú y Colombia; un país pequeño en el trópico, de alrededor de 18 millones de habitantes, de fácil tránsito y acceso, con una costa amplia en el Pacifico, alta pobreza e informalidad, además, de cierta vulnerabilidad y falta de presencia de la institucional; lo que lo convirtió en el destino de grupos dedicados al narcotráfico, estos permearon la fragilidad gubernamental ecuatoriana, que sumando otros factores hoy, tienen en un escenario bastante coyuntural y caótico a este pueblo. Convirtiéndola en un lugar violento e inestable.

A principios de este siglo llega a la presidencia Rafael Correa, bien conocido en la región, quien gobernó por largo tiempo, y luego sus sucesores, haciéndolo una fuerza política nacional, que pese varios escándalos de corrupción y presunciones de delitos logro bastante fortaleza, conocida como “Correismo”; luego, el poder llega a Guillermo Lasso en plena pandemia, y todos los problemas se acrecientan. La pobreza llego a niveles sin precedentes, la gran informalidad laboral insostenible en la pandemia destruyo la economía, la violencia escalo permeando la sociedad, quien alimentada por la falta de presencia estatal y su vulnerabilidad se tomó el territorio.

Lasso trato de gobernar, no obstante, estos problemas ya mencionados, además, de la falta de respaldo del congreso; poco apoyo ciudadano evidenciado en manifestaciones sociales y un paro sobre todo campesino que paralizo Ecuador a principios de este año, al que el gobierno respondió con represión; un referéndum sin apoyo y la presunta red de corrupción en empresas públicas de las que el presidente hizo parte, lo afectaron bastante, a lo que el gobierno  reacciono con varias declaraciones de Estado de emergencia nacional y coerción.

Este escándalo por corrupción y una posible destitución llevo la administración Lasso en mayo de 2022 a un punto sin retorno, en el que el expresidente disolvió el congreso, además, convoco elecciones extraordinarias para eludir el juicio político, causado por un contrato con la empresa pública de transporte de petróleo, Flopec; una acción conocida como “la muerte cruzada”, estrategia, en la que se adelantan las elecciones y se le da al ganador la potestad de dirigir el tiempo restante del mandato, se le devuelve el poder a la población, y se evita el ser juzgado.

Así, inicia la campaña turbulenta por la presidenta, llena de muchos candidatos e ideas de todo tipo, carrera en la que asesinan a Fernando Villavicencio y un alcalde, la violencia llega a su nivel más alto y la incertidumbre se apodera de las personas, pero, que pese a esto se logran los comicios, y gana Daniel Noboa.

El nuevo presidente del ecuador, de apenas 35 años, es una figura relativamente nueva en la política una especia de “Outsider” ya que, pese a que su familia siempre ha estado en el medio, él no estaba tan presente; por el partido ADN y gracias a alianzas con los partidos de oposición se posesiona en el cargo la semana pasada; con amplia formación académica y muchas ideas se enfrenta a la realidad de su nación.

Tiene la posibilidad de gobernar por 17 meses, sin respaldo en el parlamento, con popularidad del 60%, y apuntando a la reelección en 2025, enfrenta desafíos muy altos. Su propuesta de gobierno se llama “Plan Noboa”, que en defensa de la dolarización y apuntado a mejorar la seguridad y las condiciones básicas de educación, busca transformar el Ecuador en tiempo récord, es cierto, que muchas de sus propuestas son bastante ambiciosas, por lo que se ve que pretende continuidad, ojalá esto no le cueste su perpetuidad en el poder.      

Es evidente la constante regional de figuras fuera de lo tradicional que llegan a la política, como respuesta del descontento de la población; esta tendencia se espera siga en aumento en la región y cada vez más que este tipo de figuras “Outsider” lleguen a la presidencia, reconfiguren el escenario geopolítico, transformen el juego de poderes de los gobernantes de América Latina y repercutan en el mundo.

Por otro lado, se visibiliza el impacto del narcotráfico, como esta industria puede aunarse en un gobierno y reconfigurar todo para su beneficio; además, la poca efectividad de las políticas antidrogas globales que solo hacen migrar el problema, no lo destruyen. Es necesario que las naciones se organicen realmente para atacar esta situación y proteger cuantas vidas sean posibles, empero, el dinero detrás de este negocio y el poder que ha generado vale mas que cualquier vida, por lo que no se espera ningún cambio.

Por ahora, queda ver el desempeño de Noboa frente a todos sus desafíos, esperando que la situación de Ecuador mejore y que lo ambicioso de su plan solo sea un preámbulo de mejores tiempos, en los que la seguridad mejore, con intervención social, no solo militar, mayores garantías ciudadanas, disminución de la pobreza y del desabastecimiento, y que por tanto la realidad de los ecuatorianos cambie.

 

 

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