El canal tapado y gente muriendo

La globalización de situaciones locales, parece ser la norma en un mundo tan interconectado e interdependiente como el de hoy. Casi cualquier cambio en alguna región del planeta, afecta el resto del mundo. Desde desastres naturales hasta guerras repercuten en el comercio, incrementando los precios de productos básicos, el gas y el petróleo, por lo que resulta de interés de todas las naciones y otros actores lo que sucede en el mundo, empezando por las singularidades; este juego de intereses si bien, debería prever el bienestar de la humanidad, suele favorecer a quienes tienen mayor poder e influencia y a los actores económicos, dejando de lado el bien común.

La interacción entre conflictos humanos locales y el interés global, se ha visto en toda la historia de la humanidad; actualmente, siempre que ocurre algún escalamiento de hostilidades, se ve a la comunidad internacional inmediatamente dando su punto de vista, analizando y estimando como esto va a afectar otros actores y como debería actuarse. Se nota un sinfín de ejemplos, desde La IIWW, Vietnam, Ucrania, hasta Israel.

Es cierto que, el fin de las entidades supranacionales, no es otro que velar por la prevalencia de la paz y el interés común, sin embargo, suele ser que prime el beneficio de otras variables, al bien mayor de la humanidad en conjunto, es acá donde se favorece el comercio por encima de las vidas, y la industria decide sobre el futuro de gobiernos, territorios y personas, como ya se mencionó.

Teniendo en cuenta esto anterior, y muy sonado desde su inicio, se aterriza en el conflicto en Gaza, que en últimos días ha escalado, paralizando el funcionamiento normal del mundo; el grupo de los Huties, originarios de Yemen, llevo a cabo vario ataques a objetivos militares y comerciales en el Mar Rojo, en Estrecho de Bab al mandab, según su discurso, con el objetivo de agredir a Israel y en defensa de los Palestinos de Gaza, desencadenando el cese del tránsito marítimo comercial por el canal de Suez y afectando así el bolsillo global.

Los Huties de Yemen, provenientes del país más pobre de la región árabe, ubicado en Estrecho de Bab al Mandab, el golfo de Adén en el mar rojo, que es la separación del océano indico y del mar mediterráneo, por donde cruza el comercio marítimo de Asia a Europa y viceversa. Resulta en un lugar privilegiado, por lo que no extraña su contexto de inestabilidad local, sumido en una guerra civil todo el siglo XXI, problemas políticos y sociales, en el que se evidencia bastante influencia de actores como Estados Unidos, Arabia Saudí e Irán entre otros.

Todo lo que va de este siglo, esta zona ha sido un campo de batalla en el que, se encuentran todo tipo de actores, que argumentados en el conflicto interno han intervenido de múltiples formas; como Arabia creando una coalición panárabe para contraer la guerra y luego invirtiendo millones en la región y su avance, a la vez que apoya a los rebeldes; o Estados Unidos con su alianza y apoyo presente pero cauteloso, haciendo acuerdos con mandatarios en pro de sus intereses; pasando por Irán instrumentalizando y armando los Huties, alimentando el espíritu yihadistas en el mundo y molestando a sus detractores.  

Este conflicto posee tantas aristas como se le quiera ver; los Huties, al verse afectado su aliado en Gaza y apoyado por la influencia Iraní, luchan para detener la influencia Israelí en la zona, deciden atacar navíos que cruzan el estrecho, pero no solo barcos de Israel, sino de comercio, como de la empresa Suiza MSC Mediterranean Shipping CO, que como consecuencia pone en peligro el transito de bienes y materias primas.

Afectar el tránsito por este corredor, que mantiene a flote el comercio marítimo entre Europa y Asia, ha generado que grandes de la industria global como Maersk, CME, SGM, Hapag Lloyd, Evergreen y la petrolera BP, opten por no cruzar el canal, sino dar la vuelta por África y el Cabo de Buena Esperanza, alargando el viaje entre destinos y aumentando los costos varios relativos a este, de productos básicos y materias primas en pleno invierno, temporada de navidad y cerca al año nuevo chino.

El pentágono, convoco una coalición de 10 países, en la que busca garantizar la libertad de navegación en el mar rojo, en alianza de los intereses económicos globales, ya que el comercio debe abastecer las necesidades capitalistas del mundo; que, dado el carácter del conflicto, los actores y su relación con ellos, como Irán y el eje proiraní, se enfrenta a una tarea bastante compleja y urgente. En este contexto, se espera, una escalada de precios del gas y petróleo.

Los Huties han logrado su objetivo, limitar la ofensiva israelí, disminuir la posibilidad de acceso de insumos, afecta el desempeño para la guerra, además, pone en encrucijada a los aliados de Israel, que ahora se enfrentan a una variable que les impacta directamente, sobre todo a Estados Unidos, que es el detractor estrella de Irán y sus asociados, que lo pone en un lugar de medición máxima de cada uno de sus pasos. Es evidente que, pese al esfuerzo global de debilitar a los Yihadistas, aun tienen vigencia y han logrado paralizar el comercio.

Las próximas semanas son cruciales para este conflicto ya tan escalado, ahora, con una afectación más directa, crecerá la atención y la coordinación global resultará crucial para liberar el transito por el canal del Suez. Con un bando contra la mayoría de las naciones, que ha cobrado relevancia suficiente para sentarse como protagonista a la mesa de negociación, es claro que ha cambiado el tablero de juego, que naciones pequeñas y en guerra como Yemen pueden desajustar el aparente balance geopolítico de la tierra, en la que vale mas el dinero que las vidas. Mientras tanto, muere gente en Gaza, Yemen e Israel, en este conflicto que parece lejos de resolverse.

  

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