Bolivia divida y golpeada

 

Un golpe de Estado es uno de los actos de des-legitimidad más grandes que existen; se da cuando una facción de una nación, de manera imprevista y fuera de la legalidad toma el poder, derrocando el gobierno existente, y suele ser por la vía armada. Este hecho prende las alarmas del mundo, puede ser el inicio de un conflicto; igualmente transforma el posicionamiento de un país, significando tal vez una nueva ideología y cambios en alianzas, muta la esencia de este territorio y se presenta como un nuevo actor ante el mundo.

Mucho ocurre detrás de este suceso, poco común en el mundo moderno. En Bolivia, el pasado 26 de junio, ocurrió un intento de golpe de Estado, cuando un grupo de soldados y militares, tomaron el control de la Plaza Murillo dentro la capital administrativa boliviana, en La Paz; estos ingresaron al Palacio Quemado, dirigidos por el excomandante del ejército boliviano Juan José Zúñiga (BBC, 2024)[1], quien fue destituido de la jefatura del ejército el 25 de junio, luego de hacer unas declaraciones sobre Evo Morales y su posible nueva candidatura.

Los militares, ocuparon unas horas El Palacio Murillo, se retiraron minutos después de un discurso televisado de Luis Arce, presidente boliviano, quien grosso modo, anuncio el cambio a la cúpula militar del país, además, insto al levantamiento ciudadano y de la legalidad en pro del mantenimiento de la democracia. Ante los ojos del mundo, se detuvo el intento de golpe. Posteriormente, Zúñiga fue detenido y parecía que la calma volvía a la nación sudamericana.

La comunidad internacional no tardo en pronunciarse, con ojos atentos siguiendo los sucesos, las organizaciones trasnacionales llamaron a la paz, al respeto de derechos humanos y la democracia, casi todos los mandatarios rechazaron el hecho, excepto por unos pocos, entre ellos Javier Milei, presidente de Argentina quien tildo de fraudulento y teatral lo ocurrido en Bolivia. Este acontecimiento a simple vista ya es bastante coyuntural, no obstante, es solo la caratula de múltiples variables y juegos de poderes que se viven hoy en esta nación.

Bolivia, es el pais que registra mayor cantidad de intentos golpistas, tanto fallidos y exitosos en la historia del mundo; desde 1950 registra 23 golpes, sobre todo en la década de 1970, para 1982 esta seguidilla se detuvo y empezó una especie de era democrática (BBC, 2024)[2], que se mantuvo en cierta continuidad hasta 2019, cuando Evo Morales, en un intento de perpetuarse en el poder denuncio la intención de un golpe militar, que fue fuertemente discutido y resulto en su salida del poder.

Así, se aterriza en la actualidad, Bolivia hoy, vive una serie protestas callejeras y bloqueos de carreteras en medio de una escasez de dólares, una caída de las reservas internacionales y con crecientes dificultades para importar combustibles, igualmente, hay vigente una lucha interna del partido de gobierno MAS (Movimiento al Socialismo) del que es parte el presidente Luis Arce, contra el expresidente Evo Morales, de cara a las próximas elecciones presidenciales de 2025.

Este contexto, deriva en una crisis interna, poca aprobación y credibilidad ciudadana en el gobierno, gran parte de la población al borde de la pobreza, incertidumbre en las futuras elecciones. El Estado ha perdido protagonismo económico, en el que no puede controlar la tasa de cambio, en el que han caído sus exportaciones, en el que ha bajado un tercio la inversión pública. Y eso empieza a reflejarse en el estado de ánimo de la gente.

El escenario descrito, es evidentemente poco favorecedor y podría ser el escenario perfecto para que el gobierno en su afán de relegitimizarse apuntara a acciones desesperadas y poco comunes, como por ejemplo un intento de golpe de estado, que funcione como acto simbólico y acerque a la ciudadanía a la administración de turno. Opinión ampliamente compartida, varios individuos han catalogado como falso este golpe, como una estrategia del gobierno, el mismo Evo Morales ha dudado de la veracidad de los sucesos, Milei por su parte y desde otra ideología hizo algo de lo mismo, que resulto en un distanciamiento entre ambos gobiernos.

El intento de golpe estuvo bastante improvisado, poco respaldado y esperado, sin embargo, no se puede omitir la sublevación militar y la inestabilidad del gobierno. Fue un acto puramente simbólico, como se dijo, que se des escaló pronto, dejando al mundo expectante. El amotinamiento de los militares contra el poder civil y esta voluntad de convertirse en actores políticos es bastante peligroso de por sí, más aún en un territorio inestable y sin un poder fuerte, como es el caso de Bolivia.

Así mismo, agrava la tención entre Evo y Arce. Luis Arce pelea por impedir que Evo Morales sea candidato. Morales busca debilitar a Luis para lograr habilitar su candidatura, guerra que podría derivar en división y perdida de elecciones, y fortalecimiento de facciones minoritarias e incertidumbre para el futuro boliviano. Para garantizar la continuidad del proyecto MAS, la fuerza estatal que tiene el presidente debe unirse con el liderazgo social de Evo Morales, de otra manera ambos perderán el proyecto que por años ha respaldado la comunidad indígena en Suramérica (BBC, 2024)[3]

Se vislumbra como un gobierno en su afán de seguir en el poder, puede optar por acciones extremas y un tanto desesperadas, que pongan en peligro la seguridad de la nación. Igualmente, es notorio el protagonismo de Evo Morales como actor vigente en todo el siglo XXI, y su disputa contra el presidente, que han generado todo el escándalo, y de su relación depende el futuro de Bolivia, se seguir en guerra, verán sus votos debilitarse y la incertidumbre ubicara un nuevo jefe de la nación. Hablar de la veracidad del golpe, no es el tema central de este blog, empero, resulta muy interesante y poco común como estrategia política, por lo cual vale la pena ser analizado.

Por otro lado, se resalta la posición de Milei, quien se distancia de todo lo que parezca cercano a la izquierda, incluso tensionando las relaciones internacionales, se espera que su actitud continue, mientras redistribuye el juego de poderes en la región, no como bloque suramericano, sino repleto de facciones, donde la ideología vale más que la unidad.

Le geopolítica es así la norma mundial, las naciones interna y externamente responden a estas dinámicas y el poder vale mas que cualquier otra cosa, las vidas de civiles y su seguridad pasan a segundo plano, cuando de dominio se trata. Los mandatarios juegan al ajedrez con el mundo de tablero y el poderio como gran trofeo.

 

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