La industria del clima.

 

El cambio climático es una realidad que afecta a todos hoy, se ve que las estaciones varían, se adelantan, asimismo que son más intensas o débiles, cada vez seguido ocurren desastres ambientales, como inundaciones en todo tipo de terrenos, provocadas por deforestaciones, igualmente por la contaminación, entre otros factores asociados a el impacto de la huella humana; lluvias en regiones que suelen ser áridas, al igual que, por periodos extendidos de tiempo, atípicos y/o impredecibles. Esta es una realidad que va empeorando con el pasar del tiempo, que se puede ver analizando reportes de entidades globales, locales o simplemente observando la trayectoria local del tiempo y como este se ha vuelto más agresivo.

Desde esta perspectiva anterior, es y será bastante problemático, sin embargo, las industrias y los intereses de las naciones juegan un papel sumamente relevante con su deterioro, convirtiéndolo en un negocio que, favorece los beneficios de los entes tanto gubernamentales como de las empresas, más poderosas en el mundo y demuestran, como la economía y la geopolítica son el motor y el fin del mundo de hoy.

En diciembre de 2020 en la bolsa de valores Wall Street, cotizo por primera vez el agua como un bien negociable, no como un factor vital para todos, como lo declara la resolución de los derechos humanos desde 2010, en la que se expresa que el agua potable limpia y el saneamiento son factores esenciales para el desarrollo de todos los seres humanos, de los DDHH y por tanto esencial para una vida digna[1]; esto evidencia como la falta de acceso a fuetes hídricas, que es una problemática para muchas personas, que además, cada vez es más escaza, que para personas en condiciones de vulnerabilidad es un privilegio, es y  será un negocio del que la gente hace y hará dinero.

Es cierto que, medir el clima de forma fiable, real y irrefutable es complejo, relacionarlo en detrimento de la acción humana con tantos factores que le afectan es todo un reto. El clima de por si es bastante volátil, esta en constante cambio, los factores externos a la tierra como actividad solar, meteoritos o variaciones orbitales; además, de factores internos como movimientos en las placas tectónicos, influyen en cómo se comporta, interfiriendo así, en su medición, haciendo más difícil su veracidad y por tanto credibilidad.

Es por esto anterior y el impulso de medios, en conjunto con los gobiernos  del mundo y varios actores de la industria, que motivados por su interés y el mantenimiento del estatus quo de la economía global, alimentan una serie de corrientes de detractores del cambio climático generado por la acción humana; se justifican entre otras cosas, en estos factores naturales para mantener la operación regular del comercio, por encima del bien común; un claro ejemplo es, el Acuerdo de Paris, que pretende revertir el curso actual del calentamiento global, de la mano del esfuerzo mancomunado de todas las naciones mundo, firmado en 2015 por 194 naciones, del que Estados Unidos sale a petición de Trump en 2017, además de la falta de compromiso real de los demás firmante; acuerdo que acomete, mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2°C en este siglo [2], entre otros factores que, dificultan la regularidad de la acción de la  explotación, sobre todo de materias primas, vitales para el funcionamiento comercial del mundo como lo conocemos.

A la luz de lo expuesto antes, el labor del Wall Street resulta en “un arma de doble filo”, ya que si bien esta, por un lado, es el centro en que se gestionan diferentes bolsas de valores regionales de EE. UU., al igual que las más relevantes del mundo, por tanto, un referente de la estabilidad de la economía global, en el que cotizan con normas de permanencia para sus miembros, como, mantener el precio mínimo de la acción, demostrar una persistencia en sus medicines contables[3], entre otras variables, que muestren su posibilidad de establecerse como una constante segura de monetización;  por el otro lado, este mantenimiento esta alimentado principalmente por el comercio de combustibles fósiles, sumamente contaminantes y destruyen la capa de ozono, así, se instauran inversiones en detrimento del clima,  en empresas que se benefician del ambiente.

Para esta industria y su conservación, el componente climático es clave, como ya se dijo, en consecuencia al igual que los combustibles fósiles, lo es el sector agrícola, factores como temperaturas extremas, lluvias, Inundaciones, afectan los cultivos a nivel global, el mejoramiento del ambiente pone en riesgo inversiones millonarias; las empresas aquí apuestan deliberadamente por distintos escenarios meteorológicos, firmando lo que llaman "contratos de futuro”, basados en los juegos de pronósticos y por tanto, buscan manipular dichos posibles contextos para su mayor bien, conocidos en el ámbito financiero “derivados climáticos”[4] de acuerdo a sus posibilidades.

Dicha manipulación que se da en función de los intereses del mantenimiento del deterioro ambiental, que busca proteger el capital financiero, se logra entre otras, con la coordinación mancomunada entre naciones y actores de la industria, que se da extendidamente en el mundo, como se puede ver en el caso de este blog sobre Panamá, donde hace poco, el gobierno usó la legitimidad estatal para dar aval a operaciones que favorecen el accionar de la industria, por encima incluso de la gente y su bienestar, la protección del territorio y por ende del hábitat común. Asociaciones que, como esta, generan día a día levantamientos ciudadanos de todo tipo, logrando incluso paralizar el comercio y la normalidad de cualquier nación. Véase ampliado en la entrada de este blog. Geopolitca coorporativa (proyectogeomundo.blogspot.com)[5].

Con este contexto anterior, es evidente que la industria económica es un actor geopolítico tan relevante, o incluso más que cualquier nación y por tanto, se busca a toda costa que todas las condiciones le beneficien, incluso deteriorando el medio ambiente y complicando las condiciones de vida de estas y futuras generaciones, ya mencionado anteriormente. En consecuencia, los tratados de los países para la disminución de las emociones de carbono resultan, en gran medida, en una pantalla de la moral real de estas; que pocos cumplen, incluso parcialmente, visibilizando así, que el compromiso con la disminución de la huella de carbono global, pareciese pura palabrería y poco efectiva para atacar el problema de raíz,  que resulta conteniendo , que el impacto la producción de bienes y servicios, que en su mayoría resulta generada por los actores comerciales.

El sustento de ideologías como, la negación de un cambio climático generado por el hombre, gracias en concreto, al desprestigio y represión de estudios y de las luchas sociales en protección del medio ambiente, son la atmósfera perfecta para ocultar acciones que afectan el territorio; además, la legitimidad que le dan los gobiernos del mundo a las empresas que impactan negativamente en la estabilidad y mantenimiento de la tierra habitable. Sumado a esto, se da la alimentación del mantenimiento de dichas dinámicas de producción para cubrir la demanda de bienes y servicios, dadas por el sistema el consumismo, en el que la mayoría de los habitantes de la tierra se encuentran inmersos, tanto así que, la razón de esta destrucción del medio ambiente no tiene otra razón que la obtención de dinero, al mismo tiempo, que la satisfacción de necesidades construidas el humano promedio.

En conclusión, para generar un impacto real frenando el calentamiento global es necesario, por un lado, el compromiso mancomunado de todos los actores e individuos del mundo para transformar los hábitos de consumo, impactando así en la demanda de producción; que afectaría finalmente, la necesidad de la industria de mantenerse a toda costa, la coordinación de las naciones para la perduración del comercio global, por lo tanto todos las variables relacionadas, como la represión y violencia, mencionando algunas. Sin embargo, parece una utopía lejana esta posibilidad, entendiendo la cantidad de beneficios monetarios y por tanto de poder que genera para quienes tienen el control de los medios de producción vale mas que cualquier otra realidad, incluso la preservación de la raza humana. Preservación que incluso es negocio y de la que ya hay personas haciendo dinero, como Elon Musk queriendo colonizar Marte[6].

Esta problemática, no se espera tristemente que se transformé en el futuro cercano, al contrario, se espera que se dilate aún mas el impacto de la acción humana en el clima, que así mismo amplie la brecha de desigualdad en las condiciones mínimas de vida, generando al igual que otras problemáticas como, migrantes climáticos dada la mayor constancia  y fuerza en los desastres naturales, dificultando el acceso a fuentes hídricas, vaticinando  un escenario en el que nadie quiere vivir, pero será la realidad de generaciones venideras de humanos en las condiciones actuales.

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