Quien mande, que decida que hacer
Existen naciones que se
encuentran sumidas tan profundamente en sus problemáticas, que generan olvido
del resto del mundo, ningún país o líder global mantiene mucho contacto con
ellas, ya que representan todo lo que rechaza el sistema global. Esta segregación
suele ser oficial o no; oficialmente, estamentos como la ONU establecen
sanciones de comercio a quien no se ajuste a las normas de convivencia del
mundo, no obstante, no oficialmente, a los territorios que se encuentran sumidos
en crisis extremas, y que no han sido tan relevantes en la historia de la
humanidad se les rechaza, no hay quien quiera involucrase con quien no brinde garantías
para comerciar, viajar o interactuar. Dentro de este segundo grupo, se encuentran
Estados sobre todo del tercer mundo, que viven casi “bajo la sombra”, de los
que poco se habla en medios, poseen contados socios comerciales y luchan por
sobrevivir en un entorno que les trata como parias.
Haití, nación del caribe,
que comparte La Isla de la Española con República Dominica, es un ejemplo del
caso mencionado en el párrafo anterior, el país más pobre de América, del que parece
solo haber registros de catástrofes, violencia y corrupción. Se encuentra en
una posición bastante aislada del resto del mundo, pese a su ubicación central en
medio del Mar Caribe, parece olvidada por el resto de la humanidad a su suerte,
atravesando gran cantidad de variables que sobrelleva para mantenerse a flote.
Recientemente, ha sido noticia,
debido a la “Ola de Violencia” de pandillas que está viviendo; que ha venido en
aumento desde el Asesinato de del presidente Jovenel Moïse el 7 de julio de
2021, y que el sábado pasado resulto en la toma por parte de grupos al margen
de la ley de dos cárceles en el territorio, para la posterior liberación de más
de 3.000 reclusos. En un contexto caótico, entran a jugar múltiples factores,
intereses y actores, que brindan un escenario geopolítico tan diverso que vale
la pena analizar, y que será el tema de hoy.
En este blog, ya se ha
hablado de la historia de Haití, excolonia francesa, que tras un breve auge económico
hace ya mucho tiempo, ha estado inmersa en una crisis eterna, que va desde lo
social, político, económico, hasta el nivel humanitario (Véase ampliado en)
Tras el asesinato de Moïse,
el gobierno paso a manos del primer ministro Ariel Henry, quien se ha mantenido
como líder desde 2021; este nunca convoco elecciones, por lo que posee baja
popularidad, dándole espacio libre a que las bandas criminales tomen poder y
pasen a controlar fracciones del territorio, exigiendo su dimisión y azotando a
los ciudadanos. Esto anterior ha convertido Haití en un campo de batalla perpetuo,
recrudeciendo la ya violencia existente.
De hecho, según afirman las
bandas criminales, el objetivo principal de la reciente “Ola de violencia” es la
renuncia de Henry. Con el fin declarado de las bandas, se han venido
produciendo cada vez más enfrentamientos y ataques violentos en el occidente de
la isla; el jueves pasado estos escalaron y resultaron en la toma de dos cárceles
por estos grupos subversivos, quienes liberaron alrededor de 3.700 presos, sin
mayor resistencia del Estado; desatando tal desorden que paralizo la nación
Todo esto ocurrió, mientras
el primer ministro de encontraba de gira política por el mundo, específicamente
en Kenia. El mandatario aun no se pronuncia, mientras las personas tratan de
volver a sus rutinas, estas bandas parecen los dueños de Haití, incluso se han coordinado
siendo rivales entre grupos, para ampliar su capacidad de acción, ejercicio que
ha movido la balanza de poderes interna.
Estos movimientos de la balanza
traen nuevos personajes, como El líder Jimmy Chérizier, alias "Barbecue",
jefe del G-9 y Familia (G-9 an
fanmi en Frances) la banda más grande de la violencia de Haití, expolicía, se
ha convertido en una autoridad en sus zonas de control, da discursos cual
gobernante, usa las redes sociales para comunicar y reclutar, se ha vuelto un símbolo
de la “guerra contra el Estado”, volviéndose incluso más popular que el primer
ministro Henry.
Tras esta serie de sucesos, el mundo ha dado la espalda, Republica
Dominicana ha cerrado el espacio aéreo para su vecino, mientras el resto de las
naciones solo menciona por encima lo sucedido, dejando los haitianos a su
suerte. Acá es evidente que, Haití, al ser una nación sin mucho impacto
exterior, sumergida desde siempre en una crisis, no es relevante para el escenario
internacional, lo que sucede acá en su territorio no repercute en su entorno,
ni afecta el tránsito del comercio, o implica actores con poder, por lo que
puede pasar a segundo plano.
Por otro lado, la coordinación
de las bandas criminales ha llegado a un nivel de estructuración mas claro que
el del gobierno, por lo que se espera que sigan tomando fuerza, sometiendo a la
población y logrando posteriormente la dimisión del Henry. Acá es notable como
una región puede estar absorbida por la violencia y corrupción, sin trabas, a
la vista de todos. Los grandes afectados son los haitianos, quienes viven en constante
caos, a “su suerte” mientras que los poseedores de armas tratan de hacerse del
poder.
Por último, se resalta el
uso de las herramientas de la tecnología por las partes de esta lucha, que
articulan su acción, difunden su mensaje e imagen mediante redes sociales,
logrando disgregar su intención por el mundo. Un efecto de la globalización en países
con una realidad tan compleja, donde tienen internet, pero no agua potable, vislumbrando
como las prioridades del sistema y la importancia de las “necesidades
construidas” por el capitalismo. Mientras vidas corren riesgo, los poseedores de los bienes y servicios mejoran su calidad de vida.
Haití, un país, pobre y olvidado en el mapa y en el mundo, a pesar de ser vecino de República Dominicana que es un país y un lugar conocido mundialmente, y por la cercanía debería tener reconocimiento por su potencial turístico. Me parece un excelente artículo, y muy interesante de leer, pues a medida que se iba leyendo se hacía interesante todo. Felicitaciones por la investigación e aprendido bastante.
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