Francia dividida
Las elecciones de un país siempre
son un momento coyuntural, que puede transformar políticamente cualquier
territorio, o bien darle continuidad a un proyecto de gobierno. Todos los ojos
del mundo se posan sobre este suceso con la expectativa del resultado y de cómo
este afectara sus intereses. Es más evidente en los comicios de las potencias
del mundo, dado que cambios en estos, impactaran con mayor fuerza en el resto
del globo.
Por esto, las votaciones
parlamentarias en Francia, que tuvieron lugar el pasado 30 de junio y 7 de
julio, coparon titulares y opiniones en todos los medios. Emmanuel Macron, llamo
a elecciones anticipadas, tras la derrota de su partido y la victoria de la
ultraderecha, por el partido RN para el parlamento europeo a principios de
junio de este año; el presidente opto por la arriesgada estrategia de adelantar
los comicios, para disminuir el avance de del RN y en sus palabras, gestar un
escenario más claro para los franceses y el mundo.
Decisión, que poca claridad trajo
y termino reconfigurando el juego de poderes en Francia, trayendo más
incertidumbre y un panorama nuevo para los franceses y el resto de Europa. El
escenario geopolítico ha dado un giro a la izquierda, Macron no resulto tan
debilitado como se previa y la izquierda termino tercera, mientras el posible
nuevo primer ministro por este partido presento su dimisión. Tantos son los
movimientos que dejo este paisaje y que se vaticinan, que vale la pena
analizar.
Francia es una potencial global y
regional, su influencia en Europa es inmensa, tan solo, en junio, cuando la
Ultraderecha arraso en las europarlamentarias, el mundo veía con miedo el
futuro francés. Hoy con la victoria de la izquierda, aun con Macron manteniéndose
en el poder y solo conociendo los resultados de los comicios, la EU prevé
posibles cambios en la política exterior, algo de lo mismo ocurre en Alemania y
otras naciones del viejo continente, incluso en Israel e Ucrania se preocupan
por las trasformaciones que pueden venir.
El gobierno francés sabe su
importancia en impacto exterior, eso explica la arriesgada decisión de Macron adelantando
las elecciones y todas las maromas políticas de los actores públicos. Las
elecciones tuvieron dos vueltas, en la primera el 30 de junio, se presentaron
varios partidos, habiendo tres fuerzas principales, el RN por la ultraderecha
en cabeza de Marie Le Pen; el NFP partido Nuevo Frente Popular, una coalición recientemente
creada entre la ultraizquierda, los comunistas, socialistas y ecologistas
No obstante, todo cambio en la
segunda vuelta, poco se previa, pero dio un giro poco esperado, antes de los
comicios más de 200 candidatos se retiraron su candidatura, con el objetivo de frenar
a la ultraderecha. Los resultados arrojaron, al NFP, como el gran ganador con
182 bancas; Macron y su alianza, lograron un segundo puesto, obteniendo 168 asientos;
y Le Pen conquisto la tercera posición y 143 parlamentarios. Ninguna coalición logro
la mayoría absoluta de 268 escaños, necesarios para gobernar y para que sea
refrendado el primer ministro que nombre el presidente.
En este contexto, es evidente
como la incertidumbre se toma Francia, la izquierda logra la victoria, pese a
la reciente asociación de sus partes; el partido de gobierno se ve debilitado,
aunque menos de lo esperado; mientras la ultraderecha gana terreno y se va
consolidando como una fuerza política de masas. No hay certeza de cómo se gobernará;
sin mayorías, la solución vira a las alianzas. Nadie quiere aliarse con la
ultraderecha, a la que solo le queda fortalecerse de a poco.
Entonces, Macron debe robustecer
su proyecto de gobierno, sin posibilidad de aspirar a las próximas elecciones
presidenciales, buscara alianzas hacia la izquierda; como bloque, este no se asociaría,
ya han descartado cooperar, por lo que puede mediar o apostar a una división de
la recién creada NFP. La NFP, al ser diversa, poco cohesionada, naciente, con personajes
fuertes y poco cooperativos, presenta ciertas brechas, no han siquiera podido
nominar un candidato al cargo de primer ministro; estos elementos podrían significar
su pronta división
Igualmente, estas debilidades
internas, sumadas a una posible mala gestión de la nueva fuerza en el
parlamento, podrían fortalecer la ultraderecha, quien basando sus afiliados y
apoyo en el voto castigo y rechazo a la tradicional, tomaría todo el descontento
con el gobierno, Macron y la izquierda y lo convertiría en votantes, que le asegurarían
el mando de Francia. Adicionalmente, la ultraderecha cuenta con el respaldo de
la industria, ya que se ha alejado de sus pretensiones de abandonar el pacto
europeo, tildando a la izquierda de anticapitalista, derrochadora y antieuropea
por sus ideas de reformas económicas
El juego geopolítico detrás de
las elecciones en Francia apenas comienza. Las fuerzas políticas ya se midieron,
dejando un escenario poco claro y que deja todo por hacer para gobernar. El Nuevo
Frente Popular (NFP) genera más incertidumbre, que credibilidad y tranquilidad,
la ultraderecha va creciendo a poco y el partido de gobierno de Macron no tiene
otra opción aparte de mediar y usar la diplomacia. Mientras tanto el resto del
mundo observa las trasformaciones en esta potencia, sabiendo que, sin mayor
poder de interferencia, deben adaptarse a los cambios franceses y el impacto
que estos generen regional y globalmente.
Por su parte, la Unión Europea observa
con sumo cuidado todos estos cambios en una nación miembro tan grande, que podrían
impactar en el papel francés en la EU, como se relaciona con sus pares, el
apoyo y posición con Ucrania e Israel, la cercanía a Rusia, el aporte económico
al bloque, incluso se puede hablar de la salida de Francia de la mancomunidad europea.
Por ahora, solo se especula, esperando los próximos movimientos.
Faltara ver que sucede, este
escenario seguro dará más que hablar, la reconfiguración interna que vive esta
potencia es evidente, se espera que los juegos de poderes resulten en múltiples
cambios internos y externos de Francia, mientras los políticos muestran geopolítica
en su máxima expresión.
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